Halloween

La lección de August  #soyxqsomos
 Para mi Halloween es la mejor fiesta del mundo. Mejor incluso que Navidad. Puedo disfrazarme. Puedo llevar máscara. Puedo pasearme por ahí igual que cualquier otro niño con máscara sin que nadie piense que tengo una pinta rara. Nadie me mira dos veces. Nadie se fija en mí. Nadie me conoce. 
Ojalá pudiese ser Halloween todos los días. Todos podríamos llevar máscara siempre. Podríamos pasearnos por ahí y conocernos antes de ver qué aspecto tenemos debajo de las máscaras. 
Cuando era pequeño, llevaba un casco de astronauta a todas partes. Al parque. Al supermercado. A recoger a Via del colegio. Incluso en pleno verano, aunque hacía tanto calor que me sudaba la cara. Creo que lo llevé durante un par de años, pero tuve que dejar de ponérmelo cuando me operaron del ojo. Creo que tenía unos siete años. Y luego ya no pudimos encontrar el casco. Mamá lo buscó por todas partes. Pensó que habría acabado en el desván de los abuelos, y siempre decía que lo buscaría, pero para entonces yo ya me había acostumbrado a no llevarlo. 
Tengo fotos con todos mis disfraces de Halloween. En mi primer Halloween iba disfrazado de calabaza. En el segundo, de Tigger. En el tercero, de Peter Pan (mi padre iba disfrazado de Capitán Garfio). En el cuarto, de Capitán Garfio (mi padre iba disfrazado de Peter Pan). En el quinto, de astronauta. En el sexto, de Obi-Wan Kenobi. En el séptimo, de soldado clon. En el octavo, de Darth Vader. En el noveno iba disfrazado del malo de Scream, con la máscara de fantasma de la que sale sangre de mentira. 
Este año voy a disfrazarme de Boba Fett, pero no el Boba Fett de El ataque de los clones, sino el Boba Fett adulto de El imperio Contraataca.

 

Comentarios